Divagando dice que pesar de que parecen elementos sin relación alguna, existen numerosas similitudes entre la orden de los templarios y los comúnmente llamados mercados financieros.
De forma similar, los llamados mercados nacieron con un objetivo diferente del que realmente cumplen. Las iniciativas (en su mayoría nacionales o estatales) creadas para dotar de crédito a pequeños proyectos empresariales han evolucionado hasta crear mecanismos capaces de generar riquezas personales a cualquiera de sus directivos. La generación de estas riquezas relega claramente el objetivo de dotar de crédito a familias o estados, como se ha visto últimamente.
La segunda característica común es el anonimato de sus integrantes, ya que se habla de mercados como algo impersonal. En España son pocos los nombres propios más allá de Emilio Botín que salen a relucir en cualquier debate sobre actualidad financiera, mientras la palabra mercados impregna de tinta la prensa diaria nacional.
Mucho se sabe de los templarios pero poco (o muy poco) de sus integrantes más influyentes, ya que el conocimiento se reduce en muchas ocasiones a sus grandes maestres.
La tercera analogía sería el misterio de su éxito, aunque este punto se esclarece cada día más para los mercados. El santo grial mercantil se traduce en los tentáculos de ex-directivos de bancos y sociedades de inversión en mecanismos como el BCE, FMI o la todopoderosa reserva federal.
La cuarta analogía es que el poder de los templarios los convirtió en los banqueros estatales más importantes de su época, quizá junto a la comunidad judía. El final de la orden fue provocada cuando el Papa Clemente V cedió a la presión de Felipe IV de Francia, ahogado por las deudas con la orden religiosa.
El Papa acusó de herética a la orden y eso significó su final, acompañando tal designación con la quema del último gran maestre Jacques de Molay.
Quizá los estados actuales lleguen al punto de sacrificar a los mercados por la presión sobre la deuda soberana, pero parece dudoso, ya que en los tiempos actuales tanto la Francia de Felipe IV (eje Franco-Alemán) como el Papa Clemente IV (Mario Dragui) están más que alineados con la orden financiera de los templarios del mercado
Baphomet (también Bafomet, Bafumet, Bafometo o Baffometo) supuesto ídolo o deidad cuyo culto se le atribuye a los Caballeros de la Orden del Temple. Su nombre apareció por primera vez cuando los templarios fueron enjuiciados por herejes. Durante el proceso muchos de los caballeros de la orden fueron sometidos a tortura, y confesaron numerosos actos heréticos. Entre ellos se incluyó la adoración a un ídolo de este nombre
Se cree que éste presunto numen era una cabeza barbada y con pequeños cuernos. Esto explicaría por qué razón los templarios fueron, in illo tempore (en aquel tiempo), acusados de herejes tras haber tomado contacto, en Tierra Santa, con los sarracenos y sus creencias. La orden financiera de los templarios del mercado,FUE UNO DE LOS TENTÁCULOS CON MAS ONDOS DE LA GRAN RAMERA, QUE SE DESHIZO DE SU GENTE, Y SE QUEDÓ CON DICHOS FONDOS
SALUDOS
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